viernes, 19 de enero de 2007

Incompleto

-Hola.-¿Cómo estás?-conocía la innecesidad de su pregunta, pero notaba la obligación de hacerla, con la esperanza anclada en los ojos de su pasada amistad. Una mueca usurpó las explicaciones, pero la comunicación fue completa. Sólo tomaron un café, y hablaron cuánto la falta de confianza les permitió, el tiempo había interpretado los últimos meses un papel cruel, un estancarse... No, no había sido el tiempo el culpable; la negrura que su encuentro provocó, apagó levemente la confusión: el tiempo no se detiene, el tiempo no pasa, nosotros, nuestras relaciones, lo que nos rodea, lo que rodeamos... todo lo existente, si algo lo es, es objeto de la degradación, la decadencia, el continuo perecer; todo menos el tiempo que se rie de las criaturas que controla. Su amistad ya no lo era, había evolucionado a la aparente indiferencia, que en realidad era malentendido, incompresión, frustración, dolor, negación del conjunto y su individualidad... pero continuaba mostrando al mundo sus dientes, esa boca tan hipócrita que reía para no hablar. Se prohibía dejar salir el veneno que apresaba su vida. El miedo a asentir esa pesadilla bloqueaba todo intento de desahogo, de sinceridad; sabía que decírselo implicaba compartilo, que la otra persona fuera consciente de su consciencia... obviarlo seria lo mejor, a corto plazo. Así sería meses después, cuando apenas pudiera concebir una conversación de más de cinco palabras sin desear gritar a la cara y a los ojos de su amistad, cuánto le echaba de menos, cuánto le necesitaba, todo lo que le odiaba, echarle de su vida y abrazarle como antes, incluso pegarle... lo que fuera a fin de volver a sentir que existe vida en el aire por el que se unen sus palabras.

13 comentarios:

Pau dijo...

Es triste, pero real, la gente pasa por nuestras vidas de un modo tangencial. Aparecen, iluminan, se consumen y se marchan.

Poca gente vale la pena.

Estamos evolucionando hacia una raza de gilipollas con iPod en los oidos, un plano unipersonal de la existencia basado en el onanismo hedonista. Es triste, pero real.

Quique dijo...

Pablo, somos los primeros en hacerlo.

Que las vidas de los demás se crucen en nuestro camino es algo que merece la pena celebrar; aunque no haya tenido un buen final. Caminos que se cruzan, que puede que no vuelvan a cruzarse, pero y qué? Acaso no es la arena del presente la que va resbalando por las manos. Ni lo que venga ni lo que se fue hace algo ya, sólo su sobreimpresión en el presente nos lo vuelve a hacer sentir.

Esther dijo...

Bonito contraste, muy bonito.

Pau, lo único nuevo en todo eso es el ipod, la gilipollez es algo natural. Pero no te preocupes, esa evolución no creo que llegue muy lejos; nos necesitamos.

Kike, me encanta tu optimismo y los ojos con los que ves ese cruce, lo malo es que eso que dices a veces se hace olvidar por esas mismas personas. Un saludo pareja :)

Anónimo dijo...

Esther, voy a escribir algo que seguramente ralle tu orgullo o quizá te mueva a la reflexión. Es una sentencia tuya de esta mañana:

"Que cada uno vaya a su rollo y ya está".

Qué fácil es decir eso cuando estás bien, cuando estás a gusto sola. En los momentos en que la soledad comienza a ser aburrida o dolorosa es cuando nos cagamos en la generación ipod. A mí me gusta mi mp3 (ipod barato), ir a mi rollo y vivir en mi estupenda nube gris, pero de vez en cuando, sólo cuando me duele encontrarme allí sola, bajo a la realidad, a esta casa, a ese sofá, al sillón frente al messenger, a la gente. Este mundo es calentito, pero el mío está acolchado por una confortable nórdica de indiferencia y narcisismo. Cuando las polillas del fracaso se dedican a roerla bajo con vosotros a que me prestéis hilo y aguja.

¿Tú haces lo mismo?

Esther dijo...

María, puedes contradecirte dentro de una misma conversación, pero si te quieres divertir porque tienes un día aburrido que sea conmigo, no a mi costa. Lo que no puedes pretender es que la gente que vive a tu alrededor actúe como si estuviera enamorada de tí. Y sí, a todos nos gusta quejarnos de cosas que incluso vemos en nosotros mismos. Lo que has dicho si me ha movido a la reflexión, pero el orgullo?...

María dijo...

Este comentario con acusaciones tan personales no me ha gustado nada.


Hay que aprender a jugar...

Y no te pido que te comportes de ninguna manera y mucho menos como si estuvieras enamorada de mí :S eso sí que me ha descolocado... ¿no será acaso que eso está en tu subconsciente? De hecho, a los que están enamorados de mí los echo de mi lado, deberías saberlo.


A partir de ahora aplicaré el principio de Bartleby -preferiría no hacerlo- y aprenderé a vivir con el mp3 siempre en las orejas.

Si voy a ser acusada sin posibilidad alguna de defensa prefiero que esas acusaciones sean ciertas, sobre todo cuando me benefician.

No woman no cry

María dijo...

Perdona, soy una gilipollas orgullosa.

María dijo...

Y te he pedido perdón de la única manera que una gilipollas puede hacerlo, en el foro.

Anónimo dijo...

María, hija, alma de cántaro... la historia no es para tanto, y menos cuando a mi los enfados esos no me duran ni 10 minutos. Hay que ver que par de gilipollas...

Quique dijo...

a mi me gusta mi iPod, me deja pasear por las calles de Ginebra sintiendo que el aire que fluye, hace vibrar las cuerdas de mi estómago.
Tengo canciones para momentos, para sentimientos, para sensaciones, para personas,...

PS: menuda discusión via comment...

María dijo...

La pasión, kike, que nos nubla las neuronas y nos enciende el resto de células nerviosas, sobre todo las de las yemas de los dedos...

A mí me gusta escuchar a The Mars Volta mientras cruzo las avenidas de Valencia, la gente y los árboles de las aceras parecen entonces salidos de una película de Bergman.

Quique dijo...

Mmm... Mars Volta me gusta más por las noches. Por el día y para Valencia prefiero Jeff Buckley o Elliott Smith.

Anónimo dijo...

No se como se puede vivir sin sentir, por eso hay mucha gente implicada, la vida que se tiene y la que se quiere tener. Si miramos alrededor encontramos un mudo que no habíamos descubierto pero que nos hiere. El sueño es estar vivo. La locura es el miedo de mirarle la cara al sueño. El consuelo el de los muchos tontos que cierran los ojos para soñar. Eva