sábado, 16 de junio de 2007

Sobremesa

-¿Para qué? Sabes que va a pasar algo, ¿sí, seguro? Yo creo que no, que eso es lo que esperas, que pase algo, pero nunca pasa nada. Vives a la expectativa. Y no está del todo mal, es una razón para no suicidarse: esperar. Lo has pensado, suicidarse es una forma de que pase algo, pero no podrás recordarlo, y no servirá de nada. Dices que la utilidad no te importa; bien, adelante, córtate las venas… pero no me digas que duele. Lo que no entiendo es por qué no lo has hecho ya. ¿Arrepentimiento? ¿De qué te vas a arrepentir cuando no existas? Córtate las venas y no lo pienses más, hazte un favor, por una vez en tu vida haz algo que te satisfaga. No pienses en tu... ¿Crees que a tu padre le importaría? Sabes que no, y no pongas esa cara porque lo sabes desde hace años, el problema es que siempre has vivido a la espera, te lo repito, en este caso de que le importes. Te das más importancia de la que en realidad tienes, y por eso te has llevado tantas hostias…
-¿Me aconsejas que me suicide?
-¿Acaso no me escuchas? Creo que lo he dicho bien claro.
-No te importaría que dejara de existir…
-¡Claro que no! Ya estás muerto, sigues existiendo, pero estás muerto.
-¿Y tú qué haces aquí?
-¿Dónde voy a ir?
-Entonces tú también estás muerto.
-No te equivoques, yo ni siquiera existo.
-Para mi sí.
-Sí, pero tú estás muerto.

Se levantó de la única silla que acompañaba a la pequeña mesa de plástico, apagó la luz del salón, y una vez en la cocina limpió la hoja del cuchillo del que se había ayudado para cortar el filete de su cena. Al fin carne cruda para el metal.